Sabiendo que luego llegará el castigo
Me corté el pelo cuando te fuiste dejando al descubierto
toda mi espalda por si algún bandido se atrevía a rozarla.
Mis hombros están en huelga desde que no eres tú el que los
acaricia.
Que no les tome el pelo, me dicen.
Hace ya tiempo que los días no me calienta las mejillas, ni las
noches la boca.
Ya va creciendo y, en vez de rozar, esta vez araña mi
espalda como si quisiera morderla.
Castigo por no haberte sabido mimar.
Castigo por no haberte sabido mimar.
Imagino.
Estoy a un suspiro de hacer lo que hace un parvulario con
unas tijeras escondido detrás de la puerta del baño.
Sabiendo que luego llegará el castigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario