martes, 3 de noviembre de 2015

En el fondo creo que todo lo soñé.
 Que ya lo sabía y
 que únicamente el tiempo que estuve en coma lo recordé y 
sí, lo recordé a mi manera. 


Ya no ríe hasta que le duelen las comisuras. Ni se empalma cuando rio. Porque  ya no rio.
Ya no calcula el tiempo con caladas. Dejó la música tecno, el dominio de la lengua en noches cortadas, los saraos y ya no hace malabares.

Todo se ha ido y aseguro que yo no me lo he llevado.
Ahora que sí que digo que, tengo los bolsillos llenos.
 Llenos de gasolina gastada en kilómetros, tus canciones, tus mecheros, enfados y  tus uñas.

Por si las moscas cogí hasta tus colores por si algún día tenía que pintarme de verde como tus primaveras, o por si necesitaba un color más oscuro como tu negro veraniego y si tuviera que contar un secreto, sería tu color favorito.

Mira que me gusta hablar de ti pero tranquilo, aún no he confesado ninguna de tus manías sucias ni de tu entrepierna. Aún no he contado que eres un cabezota todos los días y sobretodo los martes pero, te encanta como suena de tu boca la palabra / Massachusetts/.
  Que odias dar la razón y más aún, quitarla.


A nadie diré que te encanta bailar las coreografías del verano
 Y, que en lo que se refiere a “streaptease”, eres el puto amo.

Mejor olvidamos los ascensores que asemejan naves, las camas empapadas, los aseos públicos o los almacenes. Vamos a hacernos un favor.
Sí te dejo los pimientos fritos, la mahonesa casera,
 y el “de esta nevera vacía te hago lo que quieras”

Que ya lo dijo un grande,
 “Habrá que enfrentarse al tiempo con puñal y hacha de goma.
Que matar al tiempo no duele pero aseguro que ahoga”.